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Thunderbolts: Los villanos también merecen una segunda oportunidad

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    Revista Booking
  • 5 may
  • 3 Min. de lectura

POR; ANGIE AYALA


En el vasto multiverso de Marvel, donde dioses nórdicos, genios con armaduras y brujas escarlata luchan por salvar o destruir el mundo, llega un equipo que no está ni cerca del heroísmo convencional… y esa es precisamente su mayor virtud. Thunderbolts, dirigida con audacia y pulso firme por Jake Schreier, es la patada refrescante que necesitaba el MCU: una mezcla electrizante de redención, acción brutal y humor ácido, con un elenco tan disfuncional como entrañable.


Sí, estamos ante los “suplentes” de los Avengers, pero que nadie los subestime. Esta película no es solo un puente narrativo entre fases, es un statement: Marvel todavía puede sorprendernos cuando se arriesga con tonos más oscuros, personajes complejos y un guion que juega con la moral como si fuera plastilina.


El anti-squad que no sabías que necesitabas

Thunderbolts reúne a un grupo de personajes que, hasta ahora, habían vivido en los márgenes del MCU: Yelena Belova (Florence Pugh), el Soldado del Invierno (Sebastian Stan), U.S. Agent (Wyatt Russell), Ghost (Hannah John-Kamen), Red Guardian (David Harbour) y Taskmaster (Olga Kurylenko), todos bajo la mirada calculadora de Valentina Allegra de Fontaine (Julia Louis-Dreyfus, deliciosa en su cinismo). Lo que podría haber sido un simple refrito de Suicide Squad con esteroides resulta en algo mucho más interesante: una exploración de la culpa, la necesidad de pertenencia y la ambigüedad moral. Aquí no hay escudos relucientes ni discursos de esperanza. Hay traumas, sarcasmo, y sí, una que otra explosión que hace vibrar la butaca.


Florence Pugh sigue demostrando que puede cargar con cualquier franquicia, entregando una Yelena vulnerable y feroz. Su química con David Harbour es una joya que le da al filme sus momentos más humanos (y divertidos). Sebastian Stan, por su parte, hace que queramos abrazar al Bucky roto pero letal, mientras que Wyatt Russell encarna a un U.S. Agent que por fin se sacude el estigma de "Capitán América de rebajas" para convertirse en una figura fascinantemente incómoda.


Acción sin censura emocional

Schreier no se guarda nada. Las escenas de acción tienen un sabor más crudo que otras entregas del MCU, con peleas cuerpo a cuerpo coreografiadas al milímetro y secuencias que combinan tensión táctica con caos puro. Pero donde Thunderbolts realmente brilla es en los momentos en que baja las armas y deja que los personajes se enfrenten a sí mismos. Esta no es una historia de redención fácil. Cada uno de estos “villanos reciclados” lucha con su pasado, y aunque la película no cae en la solemnidad excesiva, sí permite que sus protagonistas se equivoquen, duden, y nos incomoden… justo como debe ser.


Una nueva vibra para Marvel

Después de algunas entregas recientes que parecían seguir la fórmula con piloto automático, Thunderbolts se siente como ese golpe en la mesa que grita: “¡aún hay chispa aquí!”. Es Marvel en modo punk, con una estética más sucia, un ritmo ágil y un humor menos familiar, más corrosivo. ¿Tiene sus tropiezos? Claro. Algunas subtramas se sienten apretadas y el clímax, aunque satisfactorio, no es del todo revolucionario. Pero el conjunto funciona tan bien que esos detalles se perdonan con gusto.


¿Vale la pena verla?

Sí, y no solo por completismo MCU. Thunderbolts ofrece algo distinto: un equipo de inadaptados que no quiere salvar el mundo, solo sobrevivirse a sí mismos. Es un blockbuster con alma de película indie disfrazada de franquicia millonaria. Es el tipo de cinta que deja conversación, memes, y probablemente un par de teorías conspirativas para la próxima fase. Si ya estabas perdiendo la fe en Marvel, dale una oportunidad a estos villanos. Puede que no sean los héroes que esperabas, pero son justo los que esta fase necesitaba.

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