POR: DIANA SÁNCHEZ
Cada 2 de febrero, en México se festeja el Día de la Candelaria.
Conocida también como La
fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria, la celebración en honor a la Virgen de la
Candelaria, Presentación del Señor, la Purificación de María, la fiesta de las Candelas, se conmemora la presentación de Cristo (por su madre), como una luz que ilumina al mundo como una vela o candela.
Esta festividad tiene raíces prehispánicas y religiosas. En el calendario católico, este día
conmemora la presentación de Jesús en el templo. También está ligada con el inicio del
ciclo agrícola desde la época prehispánica dado que el 2 de febrero coincide con el
undécimo día del primer mes del antiguo calendario azteca.
En la actualidad, esta tradición comienza a principios del año, con la Rosca de Reyes donde todos aquellos que hayan obtenido el niño oculto, deberán hacer una fiesta,
principalmente con tamales y atole, ambos hechos de maíz.
En el pueblo de La Candelaria, Coyoacán, los habitantes preparan fiesta muy colorida, con una gran cantidad de flores naturales sostenidas en estructuras de madera los tapetes de aserrín pintado, cohetes, castillos multicolores y “la atolada”, llamada así por la cantidad de atole que se obsequia para mitigar el frío que se vive.
Además, existe una gran variedad de sabores de tamales, jugando un papel principal en la gastronomía mexicana y su presencia en la mesa es casi obligatoria. Se pueden clasificar por su envoltura, tamaño, ingredientes, forma, función, tipo de masa, sabor y relleno o por su cocción.
Esta celebración fusiona lo sagrado con lo cotidiano, lo antiguo con lo moderno. Los
tamales, con sus raíces en la historia mesoamericana, son la chispa que enciende esta
festividad, llenando los hogares con el calor de la tradición y el sabor inconfundible de la
cocina mexicana.
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