Por: LH
¿Hasta qué punto los roles de género y el aspecto físico determinan las vidas de las personas? Esa es una de las preguntas centrales que se hace en Criaturas Fronterizas - Border (2018), la más reciente película con la que Ali Abbasi demuestra por qué es uno de los cineastas más transgresores de nuestro tiempo.
Con una estética gélida que recuerda al terror escandinavo más escalofriante, este thriller fantástico cuenta la historia de Tina (Eva Malander), una mujer poco agraciada con aspecto de troll que tiene un don especial que utiliza con destreza en su trabajo como agente de aduanas: es capaz de oler el miedo, la vergüenza, la lujuria, la ambición, la envidia, la ira y todo tipo de emociones humanas. Sin embargo, su aspecto físico y un oscuro secreto sexual la orilla a vivir entre el rechazo social, la autocensura y la monotonía. Una dinámica asfixiante que llega a su fin hasta que conoce a Vore (Eero Milonof), un forajido con quien establece un romance perturbador y lleno de giros sexuales inesperados.
Criaturas Fronterizas - Border es una cinta inclasificable. En ella confluyen el relato íntimo, el suspenso, el horror, la fantasía, la crítica social, el misterio y la trama policiaca. Una suerte de realismo mágico donde los personajes representan, cada uno a su modo, a los desprotegidos y a las minorías, a esos seres distintos que no son asimilados por el establishment que define qué está bien y qué está mal, qué es bello y qué es horrible.
“Esta película va de outsiders, de minorías y su vida en sociedad. Ser un troll es una metáfora sobre ser alguien diferente. La veo como una historia de amor entre dos personas feas. Tenemos un sentido de la estética muy retorcido en el cine. En Hollywood todos son guapos, por eso veo su cine como un tipo de surrealismo que no me creo ni por un segundo. Lo alarmante es que podamos interpretar eso como la realidad, porque no lo es. La gente fea, gorda o con narices grandes también tiene sentimientos, y no tienen por qué ser siempre bufones o villanos”, aseguró Abbasi a la revista española Fotogramas.
Criaturas Fronterizas - Border está basada en Gräns, un relato corto de John Ajvide Lindqvist, escritor sueco de culto cuya narrativa ya había servido antes como inspiración para que Tomas Alfredson hiciera Déjame entrar (2008), película sueca en la que se utiliza la mitología fantástica del vampiro para hablar sobre el acoso escolar.
En 140 minutos, Criaturas Fronterizas - Border se vuelve una reinterpretación de los conflictos sociales —en este caso la discriminación— a través de una metáfora muy poderosa extraída de los mitos oscuros de los bosques escandinavos. De esta manera, Abbasi se da la oportunidad de abordar temas como el racismo, la xenofobia, la pornografía infantil, el asesinato, la maternidad, la identidad transgénero, el aborto y la adopción. Tópicos que, sin duda, forman parte de las agendas políticas de prácticamente cualquier congreso del mundo.
El reconocido crítico argentino de cine Diego Trerotola ubica a Border entre “lo más vibrante de la pasión queer”, pero también recomienda pensarla como “un relato de la ciencia como forma de exterminio de cuerpos que no encajan o imágenes que nos ayudan a pensar las políticas del aborto, la adopción y la procreación, entre otros conflictos donde también se tensa el sentido ético del monstruo”.
Quizás la pregunta rectora del filme sea: ¿qué nos hace verdaderamente humanos? De ahí que la identidad sea el principal objeto de crítica. Porque como bien anticipa el director en una entrevista al diario español Público: “Estoy en contra de esa idea de identidad, de la que han construido. En la película pasa igual que conmigo mismo, que soy como una mesa de bufé: iraní, pero criado en Suecia y vivo en Dinamarca. Creo que Criaturas Fronterizas - Border es sobre todo una de las películas más europeas del año. Parece que todo conduce a que creamos que hay una identidad real por algún sitio, cuando en realidad se trata siempre de construir una identidad. Es cuestión de seleccionar, ella elige. Para mí, yo no elijo ni iraní ni sueco ni danés”.
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