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El vino de hielo europeo trae la magia de la temporada invernal


El vino es una de las bebidas más emblemáticas y antiguas de la historia de la humanidad. La cultura vinícola europea es una de las más ricas del mundo, creando grandes comunidades de expertos y admiradores de esta variada y deliciosa bebida. Entre los cientos de opciones de vinos existentes, hay un tipo de vino que se ha disfrutado desde hace más de 300 años y que sigue siendo un tesoro apreciado por productores y fanáticos por igual: el vino de hielo (Eiswein, en alemán). Esta magnífica bebida se produce una vez al año y llega a nuestras copas en la temporada decembrina.

Esta misteriosa bebida invernal nació en el siglo XVIII en el norte de Baviera, Alemania. Esta región europea es popular debido a los vinos de alta calidad que se producen a partir de la enorme diversidad de uvas cosechadas en este suelo rico en minerales que, junto con el clima templado de la zona, brindan una experiencia de sabor increíble.

El misterio detrás del Eiswein

Gracias a un incidente climático, los agricultores europeos crearon una de las bebidas que los amantes del vino más añoran. Fue durante una helada que, temiendo perder toda la vendimia, los viticultores elaboraron vino bajo el proceso habitual, pero con frutas congeladas. El resultado fue una sorpresa para sus paladares, dando lugar al Eiswein.

El secreto está en las uvas semicongeladas que hacen de este vino un vino aromático y afrutado, con notas más dulces, pero también más ácidas. Esto se debe a que durante el proceso de congelación la concentración de azúcar es mayor (15%), y las uvas congeladas deben pasarse por prensas hidráulicas. Además, el proceso de fermentación suele ser más lento que en el método tradicional.

El Eiswein no depende de un tipo específico de uva. Las más utilizadas para la versión blanca de este vino de temporada son las Chardonnay y Grüner Veltiner seguidas de Vidal, Riesling y Gewurztraminer. Para los vinos de hielo tintos, las uvas más utilizadas son Merlot, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc. Sin embargo, es importante solo usar uvas de una misma región. Por lo tanto, los vinicultores europeos seleccionan cuidadosamente la cosecha adecuada y siguen estrictos estándares de calidad en cada etapa del proceso de producción para obtener una bebida deliciosa, perfecta y segura para consumir. Los duros inviernos de Austria, Francia, Alemania y Luxemburgo son ideales para la elaboración de esta particular bebida. De ahí que sea un vino tan valorado, aunque con producciones más limitadas que el resto de los vinos más conocidos.

Muchos productores siguen el método de elaboración tradicional, en el que las uvas congeladas deben ser seleccionadas a mano durante la noche para luego prensarlas con cristales de hielo a una temperatura de -7 ºC, lo que provoca una alta concentración de azúcares y ácidos por deshidratación, mejorando así la extracción de compuestos aromáticos y sápidos.

Hoy en día, para tener una mayor precisión en el resultado, algunos productores utilizan métodos artificiales de congelamiento, ya que la temperatura debe oscilar entre -7 ºC y -8 ºC grados, y nunca estar por debajo de los -13 ºC.

Disfrútalo con sabores dulces y suaves

Cada vez que nos topamos con una botella de Eiswein, vino de hielo o Vin de Glace, nuestro consejo es maridarlo con tartas de frutas frescas o postres que tengan una cobertura cremosa, como un helado de mamey o una tarta de frutos del bosque; quesos blandos, como un queso feta griego o un quesillo también son una buena opción. Los platillos con toques picantes como el adobo o un buen plato de romeritos complementarán tu experiencia con el vino de hielo. ¡Júntate con tus amigos y familiares para degustar una copa de este elixir que descubrimos gracias a una bendita helada!

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